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Romerí­as en Barakaldo

Romerí­as en Barakaldo

el-carmen-3Raro será el pueblo que no celebre sus Fiestas Patronales, y Bara­kaldo no podí­a ser una excepción. La Virgen del Carmen y San Vicente son sus Patrones.

Pero Barakaldo es un pueblo compuesto por lugares que reciben el nombre de barrios y éstos también tienen su correspondiente Santo Patrón. Y es precisamente de ellos de quienes quiero contar su tradición y origen.

1.- Romerí­a de San Vicente (22 de Enero)

La Romerí­a de San Vicente bien pudiera ser la más antigua de todas cuantas se celebran en Barakaldo, por lo que debemos suponer que data del año 1340, fecha de la construcción de la iglesia. San Vicente Mártir fue nombrado oficialmente Patrón de Barakaldo el año 1643, por lo que tam­bién cabe suponer que fuera a partir de este año cuando se fijaron las bases de la futura romerí­a.

Debemos pensar que estas fiestas serí­an de buen comer y, después, de bailar al son del txistu o la dulzaina, actos que se sucedí­an después de la Santa Misa, a los que se invitaba a los parientes de otros barrios.

No estará de más recordar cierto hecho ocurrido entre dos aldeanos. Cierto dí­a, durante las fiestas de El Regato, un nativo se escondí­a para no invitar a un pariente de San Vicente, quien tuvo que regresar a comer a su casa. Pasaron los meses y llegó la romerí­a de «Sanvi» y, claro, el «regatero» se acercó al pariente muy solí­cito y dicharachero diciendo: «Oye, Patxi, en San Roque no te vi». Ni corto ni perezoso, el aldeano de San Vicente le contestó: «Yo a ti sí­».

Las fiestas de San Vicente, allá por los años de 1940, eran muy locales y, aparte de lo que amasaban los nativos en sus propias casas, el festejo consistí­a en bailar al son de las notas que lanzaban las Bandas Municipales de Música y los Txistularis. Después, sobre las 9 de la noche se bajaban en biribilketa hasta Karranzairu. Bueno será decir que no se poní­an txoznas, barracas ni tiovivios.

Puede que extrañe tanta tristeza en unas fiestas, pero entonces estaba prohibido cantar y pobre de aquel que infringiera la norma, porque podí­a recibir algún porrazo de los «chineles» e incluso ser multado.

2.- Romerí­a de Santa ígueda (5 de febrero)

La ermita de Santa ígueda se asienta en un mediano altozano desde el que se domina el rí­o Cadagua a su paso entre el barrio barakaldés y bilbaí­no de Castrejana. El llamado «Puente del Diablo» salva ambas orillas.

Se supone que la ermita de la Santa italiana fue levantada sobre cimientos de una anterior y se la recuerda, desde siempre, como una casa albergue u hospederí­a para atender a los peregrinos romeros en su camino a Santiago. De hecho, es la única ermita que queda en pie dentro del territorio barakaldés. Aun cuando la fiesta de la Santa es el dí­a 5 de febrero y acuden muchos romeros a la ermita ese dí­a, es el domingo posterior cuando la gente acude en mayor número al lugar para oí­r allí­ la Santa Misa. Allí­ se dan cita las gentes de la Anteiglesia, así­ como de los barrios lindantes de Zorroza y Castrejana, atraí­dos por la notas del txistu que desde el amanecer ya se escucha en lo alto, donde se asienta la ermita de la Virgen y Mártir.

Esta festividad es, sin duda, lo mejor que nos ha quedado y lajuventud se recrea con sus canciones y bailes sin que falte el ácido txakoli. La bajada del monte es siempre alegre y, en sus manos, los mozos y mozas llevan rosquillas ensartadas en ramos de laurel, así­ como ramas de algodonosas bolitas amarillas de los desgajados mimoseros que nos anuncian la  próxima primavera.

3.- Romerí­as de Cruces (Segundo dí­a de Pascua)

Las romerí­as de Cruces se celebraban el segundo dí­a de Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Siempre coinciden en lunes y se repiten al domingo siguiente (no son de fecha fija).

Estas romerí­as fueron unas de las más famosas de Vizcaya y en ellas se daban cita las gentes de la zona minera, así­ como de otros lugares, in­cluyendo el mismo Bilbao. Las «modistillas» y «claveteras», chicas guapas que, sin quererlo, eran la chispa que encendí­a las grandes peleas entre los hombres, que con cachabas y navajas pretendí­an ser admirados por las mo­zas romeras. Los mineros arandinos y gallegos fueron siempre los mayores protagonistas de aquellas batallas campales que a veces se organizaban.

Los bailes eran amenizados, antaño, por pianillos manubrios o por ciegos que, tras estrujar el fuelle de sus viejos acordeones, pasaban el pla­tillo o la boina para recoger la limosna, unas monedas de cobre que les ayudaban a subsistir.

Contaban los más antiguos de la localidad que entre el Hospital de Basurto y la Guardia Civil se repartí­an a los enfurecidos romeros y aún quedaban otros que daban con sus huesos en «chirona» bajo la tutela de los «chineles» de Recaredo.

Con el paso de los años la romerí­a de Cruces pasó a ser una de tan­tas. Los bailes al son de la Banda de Música y txistularis, y las gentes pasa­ron a ser más pací­ficas o quizá más temerosas ante las consecuencias. Es tos bailes, posteriores a los años de 1940 sólo fueron unas reuniones de chiquillos alegres que desconocí­an las secuelas que dejó la postguerra civil española.

Más tarde, esta romerí­a fue tomando formas de negocio y los barra­queros proliferaron con sus variadas casetas de tiro o rifas, autos de cho­que y tiovivos de caballitos, así­ como algunas churrerí­as, que con sus potentes altavoces llamaban a los clientes, abuelitos cariñosos que se dejaban seducir por sus pequeños retoños viéndoles gozar en los Babbys de caballi­tos.

4.- Romerí­a de San Isidro Labrador (15 de Mayo)

Esta antigua romerí­a de Retuerto fue organizada por la Hermandad de Labradores y Ganaderos del barrio barakaldés. Los actos religiosos se ce­lebraban en la iglesia de San Ignacio. Los festejos populares, así­ como el bailoteo, se hací­an en Bengolea.

Con estos detalles el lector podrá hacerse idea de la influencia que tuvo San Isidro en el entorno rural barakaldés.

5.- Romerí­a de San Juan (24 de Junio)

Sin duda alguna el origen de esta romerí­a del barrio barakaldés de Zaballa tiene tanta antigí¼edad como el mismo barrio. Debemos suponer que en él se organizaban fiestas en la intimidad, ya que en el año 1700 apenas si habí­a en el barrio media docena de caserí­os. Las celebraciones pudieron ser a base de una buena comida, regada con buen txakolí­, y en ellas participa­ban parientes y amigos de otros barrios, tal como era costumbre en aque­llos tiempos.

No se tiene ninguna referencia de si hubo alguna ermita en el lugar, pero sí­ de que la calle de San Juan, así­ como la de San Antonio, están si­tuadas en el término de lo que fue la Heredad de Rágeta, también conocida por «la casa quemada» de Rágeta, que perteneció al Convento de Merceda­rios de Burceña.

Cabe suponer que cuando Raimundo Loizaga construyó varias casas en esta zona, allá por el año 1880, se acordara de ponerle el nombre de ca­lle San Juan, en honor al Santo, hecho que aconteció el año 1897. En ese mismo año se rotularon algunas calles que, hasta entonces, sólo se cono­cí­an por la numeración de los caserí­os.

Zaballa fue el barrio más privilegiado, ya que en él se construyó el nuevo Ayuntamiento el año 1891, así­ como una hermosa plaza con su quiosco para la música. Por si esto fuera poco también tení­a un frontón. í‰sta fue la razón de que estas fiestas fueran bulliciosas. Allí­ se daban las mejores atracciones, las churrerí­as, los puestos de tiro con ballestas, los tiovivos y hasta una tómbola.

La tradición de estas fiestas comenzó a perderse a raí­z de la Guerra Civil y desapareció cuando el entonces Alcalde, Sr. Llaneza, mandó cons­truir una iglesia bajo la advocación de San José, cuando lo más lógico hu­biera sido dedicársela a San Juan.

6.- Romerí­a del Carmen (16 de Julio)

La Romerí­a del Carmen no es la más antigua, pero sí­ la más popular por ser la Patrona de Barakaldo.

No sabemos cuándo tuvo su origen esta popular romerí­a, pero debemos suponer que data de 1854, fecha en que los hermanos Ibarra instalaron en el barrio del Desierto una fábrica a la que llamaron «Fábrica de Nuestra Señora de El Carmen» que, con el paso de los años, se convertirí­a en Altos Hornos de Vizcaya.

Polémica fue esta romerí­a, pues los sestaoarras alegaron que tení­an preferencia, ya que con anterioridad celebraban esta fiesta en la llamada Campa del Carmen o de San Francisco, en el lugar denominado La Punta de San Nicolás, donde los Carmelitas se instalaron el año 1719 y, cómo no, también tuvieron su iglesia dedicada a la Virgen del Carmelo.

Poco a poco la romerí­a de Sestao fue perdiendo popularidad debido a que Barakaldo era un lugar más cómodo para todos aquellos que llegaban de la Zona Minera y pueblos adyacentes. í‰sta fue la razón de que los sestaotarras terminaran por no celebrarla.

Lo más importante en las romerí­as de antaño era el baile. Cuando caí­a la tarde se formaban corrillos sentados en la hierba y, en familia, se meren­daban buenas y suculentas cazuelas de caracoles o de bacalao. El vino se serví­a en botas y éstas corrí­an de mano en mano para libar el «tintorro», refrescando así­ los resecos gaznates que se desgañitaban cantando al son de la guitarra. Después se bailaba al son de los «pianillos de manubrio» o bien de acordeones. No faltaban las barcas de madera que funcionaban a empu­jones, ni las casetas donde, pagando unas monedas de cobre, se podí­a ver a «La mujer barbuda», «El crucificado Taimu» o algún otro espectáculo, co­mo aquel que se anunciaba: «Sólo para hombres», y en su interior única­mente habí­a unos picos y palas.

Tras la Guerra Civil Española las fiestas barakaldesas de Nuestra Se­ñora del Carmen siguieron siendo familiares, pero con un estilo más abierto y señorial. Las tómbolas eran el mayor acontecimiento debido a los sorteos de cazuelas y pucheros, así­ como el de un jamón, pieza preciada en aquellos tiempos. No faltaba el circo, tiovivos de cadenas y caballitos, así­ como algunos toboganes. También pudimos ver cina, barracas, novilladas, regatas de botes, cucaña y suelta de patos en el rí­o Galindo.lo

Solí­an celebrarse verbenas, pero éstas sólo duraban hasta las 12 (le noche. El último dí­a, como broche final, se celebraba una biribilketa desde la campa del Carmen hasta la Plaza de Abajo (Plaza de Desierto) y, tras Ia quema de una traca, la gente se iba a dormir. Pobre de aquel que pretendiera hacer la fiesta por su cuenta: terminaba en la perrera.

7.- Romerí­a de San Ignacio (31 de Julio)

No se recuerda de cuándo data la devoción del barrio barakaldés de Retuerto por San Ignacio de Loyola, pero sí­ es cierto que hubo una vieja ermita en el barrio (aún puede verse parte de un muro) que fue restaurada el año 1885. Esta iglesia, que amenazaba ruina, fue derribada a raí­z de cons­truirse la actual parroquia del Sagrado Corazón de Jesús.

La Santa Misa era el comienzo de las fiestas y el bailoteo al son de las Bandas de Música y Txistularis. El baile se celebraba en Bengolea, donde los romeros podí­an saciar su sed en la milenaria fuente de Amézaga.

Esta fiesta barakaldesa, al principio, fue una más en el costumbrismo del pueblo. La suculenta comida familiar se hací­a con la invitación a todos los parientes de otros barrios.

8.- Romerí­a de San Roque (16 de Agosto)

La festividad de San Roque, en El Regato, siempre estuvo conside­rada como la romerí­a más familiar, debido a que antaño era costumbre desplazarse hasta este bello rincón barakaldés para celebrar la romerí­a campestre. Los medios para llegar solí­an ser unos carros tirados por tracción animal, enjaezados con ramas verdes, en los que se portaban los baldes metálicos con comida. Los chiquillos disfrutaban de lo lindo. Los más humildes romeros hací­an su transporte bien en carros con pequeñas ruedas de rodamientos metálicos a los que habí­a que empujar o bien iban con bol­sas de mano. El caso era llegar para coger sitio junto a las laderas del monte, al borde del pequeño cauce del rí­o Castaños.

El barrio barakaldés de El Regato celebra una de las más antiguas rome­rí­as populares y familiares de la Anteiglesia. Los alegres regateros acostum­bran a festejar a San Roque, San Roquillo y al perrillo, tres dí­as de fiesta y jolgorio.

La antigí¼edad de estas fiestas data de siglos atrás, cuando la ermita del Santo tuvo su enclave en la subida a Tellitu, precisamente allí­ donde se asienta el chalet de Jesús Baró.

En El Regato, después de que los creyentes oí­an la Santa Misa, se comí­a y bebí­a para luego cantar y bailar al son de las guitarras y, si alguno se «cocí­a», no le faltaba lugar donde dormir la «mona». Al anochecer, con cánticos, las gentes regresaban a sus hogares.

Estas fiestas tan í­ntimas y familiares se fueron perdiendo tras la Guerra Civil Española. Puede que algunos se pregunten el por qué y nada más fácil de contestar, veamos: los que peinamos canas y que por desgracia fuimos fruto de la posguerra, conocimos el hambre y los racionamientos, en estas condiciones, la procesión iba por dentro. Si sirve de ejemplo, les diré que el pan se puso a la venta libre el año 1953, luego ¿quién podí­a pensar en ir de «jamada» a la romerí­a?

En los años posteriores, San Roque volvió a tomar auge e incluso volvieron las «comilonas», pero algo habí­a cambiado y la juventud buscaba más los bailables de Portugalete.

El Regato y San Roque siguen siendo una buena y popular romerí­a pero de distinta forma y manera. El Regato, ahora, es un lugar de .juerga continua, ya que allí­ se dan cita la mayorí­a de despedidas, comuniones bodas y bautizos. ¡Así­ es la vida!, y San Roque sigue estando en EL Regato, para que los «castas» barakaldeses puedan seguir celebrando a San Roque, «Sanrroquillo» y al «perrillo».

9.- Romerí­a de San Bartolomé (24 de Agosto)

La ermita de San Bartolomé estuvo situada en la falda de la colina que desde San Vicente se desliza hasta la ribera del rí­o Galindo. Se ha dicho que la antigí¼edad de esta ermita era tanta o mayor que la primitiva de San Vicente, anterior a la actual parroquia.

Dicen y cuentan que en este bello paraje salpicado de caserí­os sitos en la falda que se desliza hasta la vega de Zuloko, se asentó la ermita del santo y que bajo los frondosos robles y castaños de la cañada de Errekatxu se celebraba la simpática romerí­a.

La ermita y lo poco que quedaba de sus centenarias paredes fueron derribadas en el año 1900. La imagen del santo pasó a la parroquia de San Vicente, finiquitando así­ la popular romerí­a de San Bartolomé.

10.- Romerí­a de Burceña (8 de septiembre)

La romerí­a festeja la Natividad de Nuestra Señora y, según parece, se remonta al año 1384, estando unida al Convento de los Padres Mercedarios. Sobre aquellas antiquí­simas costumbres no es fácil hacer un relato, por eso nos trasladaremos a los años de 1940, cuando la ermita -hoy Parroquia- presidí­a las fiestas que se celebraban en la pequeña y mal empedrada plazoleta.

La Banda Municipal de Música y Txistularis amenizaba los festejos a cuyos sones danzaban las jóvenes parejas, mientras que los chiquillos mariposeaban por los pocos puestos de chicherí­as que se instalaban, y los mayores. Mientras tanto, oteaban desde la carretera añorando aquellos tiempos pasados del barrio.

11.- Romerí­a del Rosario (Segundo domingo de Octubre)

Sobre las fiestas de Barakaldo siempre se dijo que comenzaban con San Vicnete y terminaban con el Rosario. De esta romerí­a nadie podrá decir que cayó en el olvido, ya que el callejero barakaldés la recoge como calle del Rosario y su recorrido no resulta tan alegre ni romero, ya que finaliza a la puerta del Cementerio.

12.- Romerí­a de Aranguren (8 de Diciembre)

Hace muchos años, hubo una ermita dedicada a la Inmaculada Concepción en el desaparecido barrio de Aranguren. Actualmente este barrio, así­ como la fuente de Iguliz, reposan bajo las aguas del pantano de Gorostiza.

El poeta Antonio de Trueba nos cuenta en una de sus más bellas leyendas cómo cierto banderizo juró ante «La Cruz más Santa» de la ermita de la Inmaculada junto a la Casa Torre.

Sobre esta romerí­a barakaldesa poco o nada puedo contarles, salvo  que llegué a conocer tal y como era la ermita, situada junto al serpeante camino que llegaba a El Regato.

Una vez más debemos suponer que esta romerí­a serí­a, poco más o menos como las demás: la Santa Misa y después la danza y la buena comida.

Carlos Ibáñez

2 Comentarios

  1. Carlos Recuero

    Hola, me ha parecido muy interesante el trabajo arriba descrito. Pero veo que faltan algunas fiestas patronales de barrios del municipio de Barakaldo,entre las que se encuetran las del barrio de Lutxana,en honor al Buen Pastor.Y que se celebran dos semanas despues de Semana Santa.
    Como vecino de dicho barrio, me gustaria saber el origen de dichas fiestas, ya que tengo entendido que son unas de las mas antiguas del municipio. Dicho esto, me gustaria instarle a ud Sñ Don Carlos Ibí ñez a que buscase informacion sobre dicho tema, ya que dispone la esperiencia de buscar y los medios mecesarios para ello.
    Sin otro particular, y sin animo de inportunarle se despide un vecino de Lutxana.

    Un Saludo

  2. Ezagutu Barakaldo

    Desgraciadamente el autor del artí­culo (Carlos Ibáñez) falleció hace dos años. Quizá en el libro «Lutxana» puede usted encontrar la información que precisa.

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