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650 aniversario del Fuero de Barakaldo y 150 aniversario de la carta enviada a Luis Luciano Bonaparte

650 aniversario del Fuero de Barakaldo y 150 aniversario de la carta enviada a Luis Luciano Bonaparte

asdDocumento Previo: 30 de enero de 1051

El Conde Iñigo López y su mujer doña Toda dan a Garcí­a, Obispo de ílava, el usufructo del monasterio de Santa Marí­a de Aspe en Busturia a condición de que a la muerte del Obispo la propiedad y el usufructo pasen a San Millán. El Obispo Garcí­a dona a este monasterio de Santa Marí­a algunas propiedades.

«reinando el rey Garcí­a en Pamplona, en Castilla la Vieja y en Alava. Yo, Garcí­a, obispo, y mi señor, el rey, y el conde Iñigo López, y la condesa doña Toda, que mandamos hacer esta carta, la oí­mos leer y pusimos nuestras manos en señal y presentamos testigos: Sancho, obispo de Pamplona; Gomesano, obispo de Nájera; Momo, abad de Munguí­a; Ligarlo, abad de Bolivar; Muño, abad de Abadiano; señor Lope Garcí­a de Arratia, señor Lope Blascoz de Baracaldo, señor Sancho Annussolz de Berango, doña Legoncia de Echevarrí­a y don Galindo, presbí­tero, confirman».

EL SIGLO XIV

1.- Cartas Puebla de Bilbao y Portugalete

  1. a) Carta Puebla de Bilbao: 15 de junio de 1300

«En el nombre de Dios et de la Virgen Vienaventurada Santa Maria. Sepan por esta carta quantos la bieren et oieren como yo Diego Lopez de Faro, Señor de Vizcaya, en uno con mi fijo Don Lope Diaz con placer de todos los Vizcaynos fago en Bilbao de parte de Begoña nuebamente población et villa que le dicen el puerto de Bilbao:

«Et otorgo bos que aiades por terminos desde como toma el puntal del fondon de Zorroza, do se juntan ambas las aguas, ribera del agua arriba que biene de Balmaseda fasta el arroio que biene por somo del  campo de Zorrozaga, que es derecho de Percheta, et dende do se taja el arroio  de Azordoiaga, et dende ansi como ba arriba fasta el Sel de Eguiluz et a Fagaserria et a Olalueceta et a Bujana de suso, ansi como biene por encima de la sierra et al bado de Echebarria fasta encima la sierra de Ganguren et dende fasta el puntal del fondo de Deusto en derecho de Luchana ansi como habedes partidos los terminos et amojonados con todos los de Zamudio et de Alfoz de Uribe…»

  1. b) Carta Puebla de Portugalete: 11 de junio de 1322

«Sepan quantos este privilegio bieren como yo donna Maria muger que fui del Infante don Juan Señora de Vizcaya, do et otorgo a todos los de Portugalete por que los yo poble, tambien, a los que agora son, et serán de aquí­ adelante para siempre jamás, que haian el fuero de Logroño …  … et de Sant Vicente de Baracaldo que fingue con Santurce para mi, y para siempre … Otro si, tengo por bien et mando que de la puente de Llantada et de la Haia de Zubileta fasta la dicha villa de Portugalete que non haia azoque, nin venta ninguna para revender…

Otro si, les do por término de tierras, et de montes nombradamente de Urdibai, fasta el biso de la mar, et sobre Arbelzaga, et dende á Urbelfermoso et dende a la loma, el donde a collado cerezo et dende a collado al rio Lombar por do se parte el término del Rey fasta en Portogalete, que lo haian con todos sus montes et fuentes et con entradas, et con salidas et con todas sus pertenencias… Otro si, mando que ningun fijodalgo, nin otro ninguno non faga en estos dichos términos de los montes, ferrerias, nin Seles nin pastos, nin otra poblacion alguna».

 2.- Presencia de los Ayala en el entorno

1349 diciembre 27, Gibraltar.

Leonor de Guzmán vende a Fernán Pérez de Ayala el valle de Llodio, con la parroquia de Lanuza y el palacio de Arzua, y también las «casas fuertes» de Orozko, Okondo y Markina de Zuia y los palacios Derendano (Ayala) y Burceña (Barakaldo).

1377, Marzo 6, Medina del Campo

El infante Juan de Castilla, señor de Bizkaia, concede a Pedro López de Ayala la exención de impuestos sobre el hierro de las ferrerí­as que éste quiere labrar en Orozko y Barakaldo, contra el pago de 2.000 maravedí­s al año.

1384, 4 de mayo Donación del Monasterio de Burceña

Dono et do por mi et mis subcesores del mi estado, en nombre de toda la orden, la mi Iglesia que yo obe fecho et edificado para mi devocion intitulada santa Maria de Burceña, ribera del brazo de mar et rio caudal Cadaguas llamado, que viene et pasa por la villa de Valmaseda et pasa por las mis torres de Luchana a la mar fasta el puerto de la villa de Portugalete

NOTA DE MAÑARICUA acerca de la FECHA: «Todas las copias que conocemos del documento fundacional dan la misma fecha de 1284. Ello nos lleva a pensar que, quizás, esta fecha se hallara ya en la escritura original o por lo menos en una de las primeras copias. Sin embargo, está ciertamente equivocada. Aduce razones y pospone en un siglo la fecha.

3.- El Fuero de Barakaldo: Don Tello: 14 de abril de 1366

«Sepan cuantos esta carta vieren cómo yo don Tello conde de Vizcaya y de Castañeda, y señor de Aguilar y alférez mayor del rey. Por fazer bien y merced a los fijosdalgo y labradores mis vasallos de la anteiglesia de San Vicente de Baracaldo, e porque los dichos fijosdalgo y labradores me ficieron entender y dixieron que no  aví­an fuero ni derecho conque se mantener ni guardar, e pidiéronme merced que mandase y lo que tubiese por bien.

E yo veiendo que es mio servicio, y pro y mejoramiento de los dichos mis vasallos de Varacaldo, tengo por bien y mando que la dicha tierra de Baracaldo desde Herburu fasta el agua de Uribiarte, y d’ende Bendí­vil fasta el agua de Luxarra con  todos sus términos así­ como oy, que sea aforada y mantenida y governada, privilegiada en todos los tiempos y derechos y usos y costumbres,  así­  criminales como civiles, así­ como es aforada y mantenida la mi tierra de Vizcaya.

E que aya la dicha tierra de Baracaldo todos los fueros y usos y costumbres y conpras  y vendidas y revendidas, así­ como los han los de la mi tierra de Vizcaya, pero que los dichos mis vasallos de Baracaldo ayan su alcalde o alcaldes de su tierra de Baracaldo, moradores de dentro de los dichos términos.

Y que dicho alcalde o alcaldes liberen todo pleito o pleitos segund es fuero y derecho de Vizcaya, y del juicio que ellos dieren si alguno se agraviase, que ayan la alzada para ante los alcaldes de Vizcaya, y que se libre segund es fuero y uso y costumbre de Vizcaia.

E esta merced les fago yo el dicho conde a los dichos mis vasallos de Varacaldo, veiendo que es mio servicio y faciendo pregunta si les farí­a dicha merced que les yo fago, que les sea tenido y guardado y cumplido por agora y para siempre jamás.

Y que si alguno nin algunos non sean osados de ir nin pasar contra esta merced que les yo fago nin contra parte d’ello. Ca cualquier que lo feciese, pecharme ha en pena 10 mil maravedí­es, y a los de la dicha tierra de Baracaldo todos los daños y menoscabos que por esta razón feciesen doblado. E porque esto sea firme y non venga en duda mandeles dar esta mi carta sellada con mio sello de cera colgado.

Dada en la mi villa de Bilbao, 14 dí­as de abril, era de mil cuatrocientos cuatro años. Yo Francisco Fernández la fiz escribir por mandado del conde de Vizcaia y de Castañeda».

  • Don Tello (1337-1370): sexto hijo natural de Alfonso XI de Castilla y Leonor de Guzmán. Fundó las villas de Marquina, Elorrio, Guernica y Guerricaiz (1366). Casado con Juana de Lara (asesinada por orden de Pedro I en 1359), señora de Lara y Vizcaya, hija de Juan Núñez de Lara y Marí­a Dí­az de Haro. Es, por tanto, señor consorte de Vizcaya. Sin hijos legí­timos aunque se le conoce un mí­nimo de 9 naturales.
  • A este don Tello se dirigen los habitantes de Baracaldo diciendo que no tení­an fuero ni derecho con el que mantenerse y regirse. Que yo sepa habí­a entonces dos códigos vigentes: el capitulado de Juan Núñez de Lara de 1342 (para Vizcaya) y los fueros de la villas (hemos visto Bilbao y Portu). El Fuero de las Encartaciones es fijado por Gonzalo Moro en 1394, lo cual no indica la no existencia de normativa previa convivencial.
  • Por tanto, ¿Qué le piden?: ¿el capitulado vizcaino o la erección de una villa? La única posibilidad es la primera… (razones). A partir de este momento se regirá por el Fuero antiguo y posteriormente por el viejo (1452) quedando fuera de la legislación de Encartaciones.
  • ¿Repercusiones del hecho?: vinculación al señorí­o: normas sobre todo; conexión más estrecha con la zona euskaldun; recordar que hasta el siglo XVII los miembros de las Juntas Generales no tení­an obligación de conocer castellano.

4.- Euskera y toponimia

Acordoyaga, arroyo (1375). Lí­mite de Miravalles. Carta-Puebla de Miravalles.

Aldanondo, agua mayor de (1375). Carta-Puebla de Miravalles.

Azordoiaga, arroyo (1300). Lí­mite con Bilbao. Carta Puebla de Bilbao.

«…el arroio que viene por somo del campo de Zorroí§a, que es derecho de Percheta, e dende do pega el arroio de Azordoiaga e dende asi corno va el cerro arriba fasta el sel de Eguiluz e astaFagasarri…».

Bendibil, lugar (Sabino Aguirre Gandarias «Las dos primeras crónicas de Vizcaya». Bilbao 1987. Pág. 214 y 215. Recogiendo el otorgamiento del fuero de Bizkaia a Barakaldo por don Tello en 14 de abril de 1366.

Eguiluz, lugar (1300). En Barakaldo. Carta-Puebla de Bilbao. Lí­mite entre Bilbao y el actual Alonsotegi. «…

Herburu, lugar (Sabino Aguirre Gandarias «Las dos primeras crónicas de Vizcaya». Bilbao 1957. Pág. 214 y 215. Recogiendo el otorgamiento del fuero de Bizkaí­a a Barakaldo por don Tello en 14 de abril de 1366

Luxarra, lugar (Sabino Aguirre Gandarias «Las dos primeras crónicas de Vizcaya». Bilbao 1987. Pág. 214 y 215. Recogiendo el otorgamiento del fuero de Bizkaia a Barakaldo por don Tello en 14 de abril de 1366.

Urdrinay, Carta fundacional de la villa de Portugalete (1323 -en copia de 1526-). Registro General del Sello. Real Archivo de Simancas «…de Urdrinay fasta el viso de la mar: é sobre Arribelzaga,

Uribitarte. (Sabino Aguirre Gandarias «Las dos primeras crónicas de Vizcaya».  Bilbao 1987. Pág. 214 y 215. Recogiendo el otorgamiento del fuero de Bizkaia a Barakaldo por don Tello en 14 de abril de 1366 de una copia de 1392, del

Vasarrate, lugar (1475). En Barakaldo. L.G.S. Las Bienandanzas e Fortunas.

Velgarris, lugar (1476). En Barakaldo. L.G.S. «Las Bienandanzas e

Fortunas». Ed. A. Rodrí­guez Herrero. Tomo IV. Pág. 356. «… llamandolo sobre  seguro a vistas en un monte de Velgarris…»

Ybarra, lugar (1476). En Barakaldo. L.G.S. «Las Bienandanzas e Fortunas». Ed. A. Rodrí­guez Herrero. Tomo IV. Pág. 354. «…  Despues pelearon Pedro Porra el los de Retuerto en Ybarra, con los de Yrauregi..»..

Zubileta, (1475). En Barakaldo. L.G.S. Las Bienandanzas e Fortunas. Ed. Angel Rodrí­guez Herrero. Tomo IV. Pag. 202. Lugar (1651) En Barakaldo. A.F.B. Leo. 1554 n°. 39-112.

EL SIGLO XIX

En el «Cuestionario» remitido por Silverio Joaquí­n de Retuerto en 1795 a D. Tomás López, se dice de la anteiglesia: «Abunda de deliciosas hortalizas y todo género de fruta que se venden en las villas inmediatas con preferencia a las de los demás pueblos y sólo de guinda y cereza produce anualmente más de 30 Dxr (quintales?). Tendrá de largo como dos leguas  y una de ancho escaso en que están repartidos 400 vecinos que son poco más o menos el número de su población, labradores que viven en el cultivo de las fresas, excelentes vegas que de junqueras se han reducido a sembradas de treinta años a esta parte con lo que se ha aumentado mucho la labranza. No hay en su jurisdicción feria ni mercado alguno y los vecinos compran y venden en las villas de Bilbao y Portugalete que tienen un mercado diario de granos y de lo demás necesario para la vida humana. El comercio principal es la labranza que coge el grano necesario para el consumo del pueblo. (Cuidan ganado que utilizan para el acarreo de mineral). Conducen 150 y 200 quintales de a 150 libras cada uno del monte con bueyes o mulos; el resto es ganado de cebar vendiéndolo después de gordo para los consumos de las dos citadas villas inmediatas. Por estar este pueblo situado la mayor parte en una llanura y terreno fangoso y tener inmediatos los rí­os (antes mencionados) se carece de aguas buenas para beber por lo que reinan en los veranos muchas tercianas aunque no malignas y en los inviernos algunas puntas de costado, en lo demás el aire es sano, el cielo despejado y sus naturales robustos y ágiles. La lengua común es el vascuence y castellano aunque uno y otro mezclado y nada puro. Hay en su jurisdicción dos ferrerí­as una en el rí­o mayor y otra en el menor con varios molinos, en las primeras se labra el hierro y en los segundos se muele el grano para el consumo de los vecinos, además dos fábricas de curtidos sin uso… También hay en el rí­o menor una fanderí­a donde se corta y adelgaza el hierro labrado en las ferrerí­as se suerte que queda en proporción para clavos de todos los tamaños».

Gracias a las diferentes «fogueraciones» o «recuentos vecinales» del siglo XVIII y a los censos del XIX sabemos que Barakaldo no tení­a ningún núcleo urbano centralizado sino que su paisaje estaba ocupado por diferentes barrios. Incluso esta situación de «barriadas» poco tiene que ver con la actual, salvo su nomenclatura. En nuestros dí­as los barrios, excepto Irauregui y El Regato, forman un todo uniforme, bien comunicado y suficientemente jerarquizado. Entonces eran entidades distanciadas, mal comunicadas, poco pobladas y con cierta entidad particular. La importancia de San Vicente únicamente vení­a derivada por contener la Iglesia, el cementerio y el edificio municipal.

En 1825 el municipio barakaldés tení­a siete «barriadas» muy similares en número de habitantes: Irauregui (con Alday) 331; Regato, 333; Retuerto, 335; Burceña (con Cruces, Llano, Luchana y Vitoricha), 311; San Vicente, 259; Landaburu (con írrandi), 227 y Beurco (con Desierto, casi vací­o), 291. En total 2067 habitantes con tendencia al alza desde los años precedentes. Un porcentaje muy elevado de estos caserí­os se ubicaba en las orillas del rí­o Castaños-Galindo dejando la ribera del Nervión prácticamente desierta.

A pesar de poseer una rica vega, la agricultura no alcanzaba, sin embargo, el umbral de la autosuficiencia por lo que se debí­a recurrir a la importación de granos. Un simple repaso a las Ordenanzas municipales vigentes en el siglo XIX (provenientes de 1614) nos muestra, por la abundancia y detallismo de las normas, la importancia que tienen los asoqueros y mulateros de granos.

La ganaderí­a suponí­a un complemento básico para la economí­a agraria. La cabaña ganadera más importante correspondí­a al ganado vacuno, caballar y de cerda. La necesidad del acarreo de mineral condujo a un desarrollo espectacular del ganado caballar, mular y asnal aunque en los periodos de guerras fuesen los más afectados.

El panorama de la actividad económica se completaba con la existencia de 9 molinos (2 en el Regato y uno en Retuerto, Bengolea, Gorostiza, Iguliz, Aranguren, Urcullu e Yráuregui), dos curtiderí­as (desaparecidas antes de 1828), dos tenerí­as y cuatro o cinco tejeras (todas en el barrio de Cruces) aunque posteriormente hubo otra ubicada en el barrio de Beurko.

La sociedad barakaldesa estaba configurada por una minorí­a de «nobles» descendientes de los antiguos linajes (propietarios de las tierras, montes, diezmos, arrendamientos, ferrerí­as y molinos) y otros «nuevos» ennoblecidos (comerciantes enriquecidos con el tráfico de América); debajo de ellos la gran masa de campesinos con gran movilidad y heterogeneidad y, por último, los mendigos e indigentes que viví­an de la generosidad comunitaria.

La vida religiosa de la vecindad gira en torno a tres espacios: la parroquia de San Vicente, el monasterio de los Mercedarios de Burceña y el convento de los Carmelitas descalzos del Desierto de Sestao. Junto a dichas Iglesias existí­an otras de menor importancia como Santa ígueda, San Antolí­n (Iráuregui), San Bartolomé, Santa Lucí­a, San Martí­n (Somo), Santa Quiteria (Samundi), San Roque (El Regato), La Concepción  (Aranguren) y San Ignacio (Retuerto).

A mediados del siglo XIX, contaba Barakaldo únicamente con dos escuelas: Retuerto y San Vicente, regentadas por dos maestros (Domingo de Convenios y José de Gorostiza) y dos maestras (Francisca Eguiluz y Florencia de San Miguel). Sin embargo la dotación era insuficiente tanto en escuelas como en maestros por el crecimiento imparable de la población y la incapacidad municipal para hacer frente a los gastos.

En 1887 las barriadas de la anteiglesia son nueve: las siete citadas con anterioridad más Luchana (con Vitoricha) y Desierto que conforman las dos recientes. La población total barakaldesa en este año es de 8.868 habitantes, multiplicándose por cuatro, la población anterior. Un somero repaso a las cifras nos indica el descomunal desarrollo de Desierto (en el que habita el 44% de la población) merced al establecimiento, en su entorno, de las primeras industrias

La vivienda (marginando al viejo caserí­o) adquirirá una singular importancia mostrándose tres tipos fundamentales: los poblados mineros (que sustituyen a los barracones colectivos) de La Arboleda o Arnabal, las viviendas obreras bien de tipo «corredor» (Zunzunegui en la calle El Carmen, La Bomba…) o «pisos» (Urí­a, Loizaga, Arrázola…) y las viviendas del personal más cualificado de algunas empresas (Luchana, Orconera…).

Basados en este aumento numérico y en el desarrollo de Desierto comienza a configurarse el casco urbano de Barakaldo que en el padrón de 1893 se extiende por las calles Arana, Carmen, Estación, Ibarra, Lasesarre, Murrieta y Pormecheta.

Este desarrollo no es, ni mucho menos, uniforme. La Primera Guerra Carlista (1833-­1839) supuso un descalabro sin precedentes. Aunque los muertos directos no fueron muchos sí­ los hubo por necesidad y por hambre; el número de casas quemadas ascendí­a a la importante cantidad de 118 afectando a todas las barriadas y, para colmo de males, en 1837 los «aguaduchos» destrozaron las zonas de cultivo.

En la segunda mitad del siglo, por otra parte, la mortalidad superó a la natalidad en cinco ocasiones: epidemia de cólera de 1855  (con una tasa bruta de mortalidad cercana al 50 por mil), sarampión y viruela en 1859, 1865 y 1876 y, por último, la Segunda Guerra Carlista (1872-1876), aunque con menor incidencia que la primera

El padrón Municipal de 1856 nos detalla el estado de la población. Las profesiones, oficios u ocupaciones son las siguientes: jornaleros del campo (530), arrendatarios (263), niños que van a la escuela (167), propietarios (130), niñas que van a la escuela (103), sirvientes/as (89), artesanos/as (46), industriales (8), eclesiásticos (5), pobres de solemnidad (5), ciegos/imposibilitados (5), estudios de 2ª enseñanza (3), médicos (2), maestros (2), empleados (1), ejército (1), comerciantes (1), marineros (1), veterinario (1), arquitecto (1), jornaleros de fábrica (1), sordomudos (1) y procurador (1).

La Estadí­stica Territorial de 1863 indica la existencia de tres fábricas denominas Nª Sra. del Carmen en el Desierto (Ybarra, 1856), la Fábrica de Hierro de Irauregui (Mwinckel, Arregui y Cí­a, 1861), la Fábrica de Santa ígueda (Chalbaud y Cí­a, 1862) y la escabecherí­a de Burceña propiedad de José Mª de Escauriza ya existente en 1860 aunque no aparece en el censo de 1877. Para este momento han desaparecido las curtiderí­as y se mantienen dos tejeras (Irauregui y Cruces) y una fábrica de conservas alimenticias (Burceña). Un elemento muy significativo será el establecimiento de lugares de embarque. Si durante el periodo de antiguo régimen fueron los pequeños puertos de Galindo, Ugarte y Causo ahora serán los embarcaderos junto a la rí­a. En 1871 habrá instalados en Luchana trece cargaderos de mineral. Varios ferrocarriles acercarán el mineral hasta los lugares de embarque: The Bilbao River (1870), Triano (1865), Luchana Mining (1887), Orconera Iron Ore (1877) y Sociedad Franco Belga (1880).  Aunque no estrictamente minero también discurrí­a por parte del municipio el ferrocarril de La Robla (1898).

La hacienda municipal se vio apremiada por la necesidad de ingresos y la escasez de bienes propios se agravó con la Primera Guerra Carlista: al final de ella se debí­a más de un millón de reales. En 1833 sólo quedan como bienes propios la Casa Consistorial, las casas y tierras de San Bartolomé, Santa Lucí­a y Santa ígueda, la Venta de Ugarte y los montes y juncales. Todo ello se vende en 1834, salvo la Casa Consistorial y los montes. Estos comenzarán a venderse en 1834 y años posteriores. Los mayores compradores serán Francisco de Urcullu, José Mª de Escauriza y Ramón de Gastaca. Hacia 1860 los bienes de propios quedarán reducidos al mí­nimo.

El aumento de indigentes, inadaptados e inválidos motivo el engrosamiento de una masa de mendigos, ladrones y vagabundos. La respuesta a este problema (que no era nuevo) fue la creación de la Junta de Beneficiencia (1863) integrada por el Alcalde, Teniente de Alcalde, Regidores, Sí­ndico, curas párrocos y dos de los mayores pudientes de la Anteiglesia. La construcción de un Hospital-Asilo tendrá que posponerse a 1902 (Róntegui) aunque en la década de los noventa la fábrica de los Ybarra disponí­a de un cuarto de socorro y hospital de seis camas atendido por las Hijas de la Cruz.

La educación mejora sensiblemente con el establecimiento de varios centros educativos: Colegio Francés de las Hijas de la Cruz en el Desierto (1872), Escuelas mixtas de Rágeta (1889), Escuela de párvulos de Luchana (1890), Escuelas de Landaburu (1891), Escuela Salesiana (1897)… Junto a esta perspectiva nacen las primeras asociaciones obreras de corte sindical (Oficios Varios, 1898) aunque ya existí­an dos de Socorros Mutuos (La Primitiva, 1885 y San Vicente de Paúl, 1889). La organización pionera caritativa baracaldesa fue la Sociedad de Señoras de San Vicente de Paúl (1896), cuya primera presidenta fue doña Rafaela de Ybarra.

El desplazamiento de la población hací­a las proximidades de la fábrica y el paternalismo religioso de los Ybarra motivaron que se levantase desde los inicios del establecimiento una capilla para la atención de las gentes de la zona (capilla de Nuestra Señora de El Carmen). La Parroquia de San Vicente quedaba alejada. El aumento de la población trabajadora y la lejaní­a de la Parroquia hicieron que la capilla se quedase pequeña y se proyectase la construcción de una nueva Parroquia que estarí­a bajo la advocación de San José. Se hicieron los planos y se iniciaron las obras que no sobrepasaron el nivel de la cimentación.

Algunos edificios o equipamientos públicos levantados en la segunda mitad de siglo son el Mercado de la plazuela de Murrieta, diversas Alhóndigas, el Matadero, el acondicionamiento del fuerte de Rontegui para Hospital, Puente de piedra de Burceña sustituido por una de hierro en 1879, Campo santo, Lavaderos de Lutxanay, Rontegui… Al mismo tiempo se introducen algunas mejoras urbanas como la traí­da de aguas para las fuentes públicas, alumbrado eléctrico de las calles, alcantarillado, depósitos de agua de Rontegui … Permanecen como vestigios el pasado las casas-torre de Zuazo, Llano, San Martí­n, Burceña, Bengolea Zubileta, Lurquizaga y Susunaga, habiendo desaparecido otras siete señaladas en la fogueración de 1796 además de la torre de Luchana. Igualmente se mantiene en pie el llamado «palacio Larrea» emplazado en el solar de una antigua casa-torre.

3 –        ¿Qué ha pasado en estos cincuenta años?

Sobre un entorno rural de dedicación básicamente agropecuaria comenzarí­a en fecha temprana a instalarse la industria. Las diferentes leyes liberales de mediados de siglo no sólo liberalizaron la exportación de mineral sino que permitieron la libre explotación y propiedad de las minas. Esto motivó una fuerte afluencia de capital extranjero (inglés y francés sobre todo) y un aumento espectacular de la producción y de la exportación de mineral. Además, en la parte baja de Barakaldo, en la zona del Desierto, en unas tierras que los Orbegozo vendieron a los Ybarra, se instaló una de las empresas pioneras de la industrialización de la Rí­a de Bilbao, la «Fábrica de Nuestra Señora del Carmen» (1854). Estaba situada justo enfrente de la Punta del Desierto de Sestao y la Isla de San Nicolás, donde hasta hací­a poco se habí­a levantado el convento carmelita que daba nombre a toda la zona, y donde unos años después se instalarí­a otra gran siderurgia, San Francisco del Desierto. Los planes de expansión fueron paralizados por la Segunda Guerra Carlista. Posteriormente se convirtió en «Altos Hornos y Fábricas de Hierro de Bilbao» (1882) que darí­a lugar, años más tarde, a los Altos Hornos de Vizcaya (1901) y con ello una proliferación de nuevas industrias (Fábrica de Hierro de Yraúreguí­, la Santa ígueda…), ferrocarriles mineros (Franco-Belga, Orconera, Luchana-Mining), tranví­as aéreos, planos inclinados, edificios públicos (Ayuntamiento, Alhóndiga, Escuelas…), y, sobre todo, viviendas obreras.

Las construcciones nacieran a los mismos bordes de las fábricas, aprovechando a veces antiguas instalaciones rurales. La promoción de viviendas fue hecha en un primer momento por los mismos patronos industriales. Desde la década de 1870 fueron surgiendo edificios alineados sobre los caminos, en despoblados o antiguos agrupamientos rurales. Esta forma de actuación se repitió y amplió sin más desde el final de la Guerra Carlista y durante los años de explosión industrial de la década de 1880 y definió ya un futuro urbaní­stico para Barakaldo marcado por la anarquí­a, la especulación y la absoluta supeditación de las viviendas a los intereses de la industria. La ausencia de directrices ordenadoras hizo que la edificación se articulara de acuerdo a la trama rural definida por las parcelas y los caminos vecinales.

La mayorí­a de las viviendas presentaba un estado lamentable y no reuní­a los mí­nimos imprescindibles para el desenvolvimiento de la vida y eran un peligro para la salud de sus moradores. Especialmente grave era la situación de las viviendas del Desierto. Las denuncias en 1878 acerca de las casas de la fábrica del Carmen y las de la calle Portu (propiedad de Paulino Echevarria) son una muestra de ello. «Más parecen cuadras que habitaciones destinadas a seres racionales, con escasa ventilación, bajos techos, pues algunas no llegan a los dos metros de altura, húmedas, otras sin entablación en el piso y todas sin revoque de ninguna clase en las paredes… Estas casas se erigí­an en los sitios menos adecuados para la habitación humana, la mayorí­a entre la fábrica y la ví­a férrea. Se albergaba a los obreros en viviendas construidas con materiales mediocres, de cada cuatro estancias dos no tení­an ventana y por tanto carecí­an de iluminación natural y ventilación directa. Como mucho, por cada piso existí­a una sola letrina. Las basuras, con frecuencia, se arrojaban a la calle directamente. En estas casas superpobladas y sin higiene, circulaban ratas, piojos propagadores de tifus, chinches y moscas. El agua sucia, no hay que olvidar la falta de una red racionalizada de alcantarillado, llevaba los gérmenes de las fiebres tifoideas«.

El agua consumida provení­a de manantiales (que surtí­an de agua no mediante tuberí­as sino mediante caños abiertos) o pozos artesianos abiertos al efecto (Desierto y Luchana). La recogida de excrementos se realizaba a través de pozos negros o sacando las inmundicias de tiempo en tiempo. El servicio de agua a domicilio se inaugura en 1895. Nada tiene de extraño que en torno a 1900 la esperanza de vida de los baracaldeses no supere los 30 años.

Acabada la guerra carlista se ponen las bases de una nueva sociedad en la que los trabajadores de las minas, de las fábricas y de los talleres son el elemento clave. El crecimiento de la población en Bizkaia fue espectacular. El aumento se debe, sobre todo, al fortí­simo movimiento migratorio. Gente joven que incrementó el número de nacimientos al mismo tiempo que la mortalidad disminuí­a. Su procedencia se puede establecer en cí­rculos concéntricos aunque los territorios de mayor aportación serán la propia Bizkaia y Burgos. Si la imagen que desprende la vega baracaldesa en 1825 refleja fielmente la realidad de muchos siglos anteriores, la proyectada a finales del siglo XIX es la que ha llegado hasta la última década del siglo XX y que, en pocos años, ha comenzado también a transformarse.

Por tanto: desplazamiento del relativo centro neurálgico de la anteiglesia (de San Vicente al Desierto). Llegada de nueva población que, sin duda influirí­a en cambios culturales, entre ellos, la lengua. Dando por cierto que la mayorí­a procedí­an del propio Bizkaia no tendrí­a, en mi opinión, excesiva importancia y, sin embargo, la situación del euskera es decadente aunque sobre esto tampoco tenemos muchas referencias. La toponimia sigue siendo la base documental.

Si a comienzos de siglo el testimonio de Silverio de Retuerto es un clásico: «La lengua común es el vascuence y castellano aunque uno y otro mezclado y nada puro« no lo es menos el del Franciscano José Antonio de Iriarte en su nota para Luis Luciano Bonaparte (sobrino de Napoleón nacido en Inglaterra) que dedicó una parte de sus investigaciones financiadas, por otra parte, por una empresa inglesa) al estudio del euskera  y a la confección de un mapa de su realidad dialectal:

«Convento de Bermeo, 23 de Abril de 1866: «Mui señor mio y de mi mayor consideración y aprecio: participo a S.A. que he estado de intento en Baracaldo y he averiguado que en los barrios de Landaburu y Beurco se habla mucho vascuence y en el de San Vicente también algo: pero en el de Retuerto y demás apenas se conoce. He hablado con muchos yo mismo en vascuence. Como los jóvenes por regular hablan castellano este idioma es el que domina«.

El censo de 1887 nos da una población para Barakaldo de 8.868 habitantes. Con estas referencias («mucho» y «algo») podemos concluir que hablarí­a euskera un máximo del 8% de la población (504 de Landaburu, 182 de Beurco y 83 de los núcleos dispersos). El total de estas cifras lo compenso con el algo de San Vicente.

CONCLUSIONES:

  • Las fuentes documentales nos hablan (ya a mediados del siglo XI) de un entorno controlado por el Rey de Navarra. Zona de confluencia con Encartaciones y Cantabria y, por tanto, de cultura mestiza, incluida la lengua.
  • Las fuentes documentales del siglo XIV nos muestran un territorio más organizado sobre el que ejercen su señorí­o los Haro y Ayala. La documentación es latina y castellana. La toponimia más abundante es la euskérica. La adscripción al señorí­o de Vizcaya (1366) no produjo, a mi modo de ver, una notoria transformación.
  • En los inicios del siglo XIX Barakaldo (una anteiglesia con un poblamiento disperso y una población escasa) vive, sobre todo, de la agricultura y del intercambio comercial con Bilbao y Portugalete. Su aspiración es configurar en el entorno un puerto comercial. «La lengua común es el vascuence y castellano aunque uno y otro mezclado y nada puro«.
  • Los inicios de urbanización y cambio económico se ven interrumpidos por las Guerras Carlistas que, entre otras cosas, destruyen el Archivo. Pasada la III Guerra (1875) se inicia la primera gran transformación del entorno: de pueblo agrario a ciudad industrial. Con todo lo que supone. «Los barrios de Landaburu y Beurco se habla mucho vascuence y en el de San Vicente también algo: pero en el de Retuerto y demás apenas se conoce. He hablado con muchos yo mismo en vascuence. Como los jóvenes por regular hablan castellano este idioma es el que domina«. En cifras: un 8% aproximadamente.

Termino. Dos fechas (1366-1866) que merece la pena tener en cuenta. Cuando observamos hoy dí­a la segunda trasformación de Barakaldo («de ciudad industrial» a «conglomerado de servicios») es bueno echar la vista atrás. Quizá convendrí­a recordar la parábola del Jefe Seatle: ¿Qué fue del caserí­o? ¡Desapareció!… ¿Qué fue de la lengua?… ¡Desapareció!… ¿Qué fue de las ferrerí­as y molinos?… ¡Desaparecieron!… ¿Qué fue de la industria?… ¡Desapareció!… Así­ acaba la vida y comienza la supervivencia.

Jornadas como estas deben servir, a mi modo de ver, para diseñar (desde la Historia y sus errores) el presente. Gracias.

1 comentario

  1. Julen

    Eskerrik asko Mitxel

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